«Crea en mi oh Dios un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí» (Salmo 51:10 RVR 1960), fue el clamor que salió de lo profundo del corazón del rey David, al reconocer que había pecado contra Dios, y que necesitaba de su perdón y de su fuerza para levantarse y seguir adelante.   Con humildad se acercó a Dios, porque sabía que es un Dios misericordioso y perdonador, y que no lo rechazaría.  David fue llamado por el mismo Dios como «varón conforme a mi corazón» (Hechos 13:22, 1 Sam. 13:14), porque haría la voluntad de Dios.    Al pedir a Dios que le dé un corazón limpio y un espíritu recto, David reconocía su total dependencia de Dios, quien era el único que podía ayudarlo a mantener un corazón puro y andar con rectitud.  

            Debemos anhelar tener un corazón limpio, y pedirlo a Dios en oración cada día, así como lo hizo David.  Dice la Biblia que el corazón es engañoso y perverso más que todas las cosas, ¿quién lo conocerá? (Ezequiel 17:9).   El corazón del ser humano es afectado por muchas situaciones que se van guardando y acumulando en él, provocando amarguras, resentimientos, celos, iras, contiendas.    Sin embargo, si permanecemos en comunión constante con Dios, Él nos ayudará a mantener nuestro corazón limpio y libre de todo lo negativo.   Presentemos ante Dios nuestro corazón para que escudriñe lo profundo de él, sane todas sus heridas, lo limpie de toda contaminación, de todo lo que no le agrada, que elimine todos los miedos que puedan estar escondidos en él, que lo libere de toda altivez y que a través de su Santo Espíritu lo purifique.    Este proceso de limpieza del corazón durará mientras tengamos vida y perseveremos en nuestra relación íntima con Dios.

            «Renueva un espíritu recto dentro de mí», fue la otra petición de David.  El había vivido momentos de grandes victorias con Dios y había visto su mano poderosa operando en su vida.   Sin embargo, llegó un momento en que falló y pecó contra Dios y su gloria ya no se reflejaba en su rostro.   En humillación acudió a Dios y le pidió que renovara un espíritu recto dentro de él.   Reconoció que necesitaba ser restaurado y transformado, tener un cambio en su corazón y en su mente; pero que con sus fuerzas no podía hacerlo, sino con la ayuda de Dios.

            No hay que esperar a estar en una situación como la que enfrentaba David en ese momento cuando escribió el salmo 51.   Hay muchas situaciones en la vida que, por pequeñas que parezcan, nos van agotando y desgastando mental y espiritualmente y nos pueden llevar desenfocarnos de la voluntad de Dios y del plan que tiene para nosotros.   El Apóstol Pablo dijo: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2 RVR 1960).    

Un espíritu recto significa que es firme y fuerte, que no es de doble ánimo, ni se desvía, sino que es fiel a Dios y que confía en Él.   En nuestra cámara secreta, pidamos a Dios que renueve un espíritu recto dentro de nosotros y nos dé un corazón limpio, para andar en su buena voluntad, que es agradable y perfecta.   Dios nunca nos rechazará, siempre espera que vayamos a Él, como lo dice Hebreos 4:16: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.»

¡Ánimos, pide a Dios que te dé un corazón limpio y que renueve un espíritu recto dentro de ti!