La viuda de Sarepta y su hijo enfrentaban una terrible carestía, ocasionada por la fuerte sequía que azotaba al país. Sus recursos se habían agotado y sólo le quedaba un puñado de harina y dos leños. No había más alimento. Ella había perdido toda esperanza y el temor de morir de hambre se apoderó de su mente. Pero lo que ella pensaba, no era lo que Dios tenía planeado. Isaías 55:8 (RVR 1960), dice: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos”. El ha dicho que sus pensamientos son de bien y no de mal (Jeremías 29:11 RVR 1960), para darnos lo que esperamos. El pondrá a nuestra disposición todo lo que necesitamos para proveernos, para resolver cualquier dificultad que tengamos, en el momento indicado. El siempre llega a tiempo, nunca llega tarde. Aunque veamos todo negativo e imposible de alcanzar, El obrará a nuestro favor; nunca nos dejará solos. El nos sorprenderá y vendrá a nosotros con la solución.
Mientras la viuda pensaba que esa era su última comida, Dios había decidido enviarle ayuda. Cuando Dios da una orden en el cielo, las cosas tienen cumplimiento en la tierra. Dios envió a Elías a la viuda para que lo alimentara, lo cual parecía fuera de toda lógica, pues de su última porción de harina, debía preparar una pequeña torta a Elías. Era posible que no alcanzara para ella ni para su hijo. Su fe estaba siendo probada. Sin embargo, ella decidió creer que Dios haría como dijo: “la harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra” (1 Reyes 17:14). Ella creyó y obedeció al mandato de Dios de darle de comer a Elías. El milagro ocurrió, Dios fue fiel a su palabra. “Ella fue e hizo como le dijo Elías, y comió él, y ella, y su casa, muchos días” (1 R. 17:15). Dios preservó la vida de ella, la de su hijo, y la de su siervo Elías.
En algún momento de la vida, nos vamos a enfrentar al temor de la escasez, así como la viuda de Sarepta; miedo a quedarnos sin recursos, a que las necesidades no sean cubiertas- Esta carestía no solamente puede ocurrir en el área financiera, sino también en la salud, en el área familiar, emocional o espiritual. Cuando ese temor venga a atacar tu fe y te diga que Dios no llegará a tiempo, o que no te ayudará; recuerda que Dios tiene un plan para ti, y que obrará a tu favor. Te enviará su provisión divina, en el área en que lo necesites, así como lo hizo con la viuda de Sarepta. Dios es fiel a su palabra, El no miente porque no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse (Núm. 23:19). Ya lo dijo en su palabra: El suplirá todo lo que te falte, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Filipenses 4:19). No dudes, Él puede proveerte todo recurso que necesites, porque el mismo Jehová de los ejércitos, dijo: “Mía es la plata, y mío es el oro (Hageo 2:8). Si estás enfermo, El puede suplirte sanidad porque El es “Jehová tu sanador” (Exodo 15:26). Jesús llevó toda tu enfermedad y sufrió todo tu dolor (Isaías 53:5). Si careces de un buen amigo, no sufras más. En Jesús encontrarás un fiel amigo. Sólo sé obediente a lo que te pide. (Juan 15:13). Si te has quedado sin fuerzas por tanto luchar; no te desanimes, en Cristo serás fortalecido para seguir adelante y obtener la victoria (Filipenses 4:13).