Nuestra actitud acciona la sanidad que proviene de Dios

   Cuando el Rey Salomón terminó la casa de Jehová, Dios se le apareció y mostró su complacencia en ese lugar, el cual escogió para que se le ofreciera sacrificio.  Además, le instruyó sobre lo que su pueblo tenía que hacer en caso de calamidad.  Eran 4 condiciones que debían cumplir:  humillarse, orar, buscar su rostro, y convertirse de sus malos caminos.  Si el pueblo hacía esto, entonces El oiría desde los cielos, perdonaría sus pecados, y sanaría su tierra (2 Cr. 7:14 RVR 1960).    

            Este llamado que hizo Dios al pueblo de Israel en ese tiempo, está vigente para nosotros, porque somos su Israel espiritual; todos aquellos que le hemos aceptado como Señor de nuestras vidas.  

Las cuatro condiciones para accionar la sanidad divina

            Primera condición, Humillarse.   Humillarse delante de Dios no es tanto una actitud física, sino una actitud interna; una actitud del corazón.   Significa rendir nuestra vida por completo a Dios, entregarle nuestro ego, todo orgullo, altivez, vanidad, y todo pensamiento de autosuficiencia.  Muchas veces tratamos de resolver las cosas según nuestra lógica y manera de pensar, en vez de buscar primero la dirección y aprobación de Dios.  Humillarse también es dejar todo en las manos de Dios, depositar toda nuestra confianza en Él, porque tiene cuidado de nosotros.

            Segunda condición, Orar.  Significa hablar con Dios.  Es estar en comunión y desarrollar una relación con nuestro padre celestial.   En oración no solamente pedimos por nosotros y nuestra familia, sino también por la nación, por los gobernantes, por los que nos pastorean espiritualmente; por los misioneros que dejan sus casas, y la tierra que los vio nacer, para llevan la semilla de la palabra de Dios a lugares lejanos.  Debemos orar en todo tiempo (Ef. 6:18 RVR 1960).  Cuando oramos se acciona el poder de Dios en favor nuestro.

            Tercera condición: Buscar el rostro de Dios.  Esto es buscar su presencia para conocer sus atributos y cualidades.  El rostro de una persona representa su identidad.  Cuando buscamos a Dios, El nos muestra su identidad como el Gran Yo Soy.   Eso nos da protección y seguridad  de que nada nos faltará; que en Él estamos completos.  Nada ni nadie puede atemorizarnos, ni hacernos mal.

            Por último, Dios desea que su pueblo se convierta de sus malos caminos, esto es que nos arrepintamos de todo aquello que hacemos que no le agrada a Dios.    Proverbios dice que hay caminos que nos parece derecho, pero que su fin es camino de muerte (Pr. 14:12 RVR 1960).  También en Jeremías encontramos que el corazón es perverso y engañoso más que todas las cosas, que nadie lo conoce (Jer. 17:9).  Es muy importante tomar tiempo para analizar nuestros pensamientos y actitudes, a la luz de la palabra de Dios.

¡Ánimos, busquemos el rostro de Dios en oración!