La ansiedad es un «estado de agitación, inquietud y zozobra del ánimo», según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua (RAE), (https://dle.rae.es/ansiedad) y, muchos son los factores que pueden producirla, tales como miedos, acumulación de estrés o preocupaciones por diversas situaciones relacionadas al trabajo, familia, salud, economía, seguridad, etc. La ansiedad nos roba la paz y tranquilidad mental, lo cual puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud física y espiritual, pues podemos enfermar y quitar nuestra mirada de Dios.   No obstante, hay un remedio para la ansiedad y una solución para no darle cabida en nuestra mente.  El apóstol Pedro lo dice claramente:  «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» 1 P. 5:7 (RVR 1960). 

Echamos nuestra ansiedad en Dios cuando oramos, presentándole todo aquello que nos preocupa, o nos inquieta; y con humildad le decimos:  mira Señor, no puedo más con esta situación que me agobia.  Toma el control, porque tú tienes cuidado de mí.

            No carguemos más con la ansiedad; hay que entregarla totalmente a Dios.  Jesús dijo «venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» Mt. 11:28 (RVR 1960).   Cuando depositamos nuestra ansiedad en El, nuestra fe y confianza en Dios se fortalecen y tendremos paz y descanso.