El término sabiduría se deriva del latín «sapere» que es sinónimo de «tener inteligencia y buen gusto» (https://definicion.de/sabiduria/). Según el diccionario de la uerReal Academia Española (RAE), sabiduría se refiere al grado más alto de conocimiento tanto de las ciencias, como de las letras o las artes; así como también a la conducta prudente en la vida o los negocios (https://dle.rae.es/sabidur%C3%ADa).
La Sabiduría en la Biblia
Desde el antiguo testamento hasta el nuevo encontramos 233 referencias sobre la sabiduría y sus innumerables aplicaciones. Una de las historias más conocidas y atesoradas a través de los tiempos, es la del Rey Salomón y la sabiduría que Dios le dio. «Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo: … Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre, y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir… da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú» (1 Reyes 3:5-13 RVR 1960). A Dios le agradó la petición de Salomón, quien no se jactó de su juventud ni de su poder, sino que reconoció que necesitaba la sabiduría divina para dirigir su nación. Uno de los pasajes más relevantes sobre cómo Salomón aplicó la sabiduría, fue cuando dos mujeres se presentaron ante él llevando dos bebés, uno muerto y otro vivo. Las dos tenían bebés de la misma edad. Cierta noche mientras dormían, una se acostó sobre su bebé y lo asfixió, muy temprano al darse cuenta que su hijo estaba muerto, se levantó y puso su bebé muerto al lado de la otra, y tomó el bebé que estaba vivo. Cuando la otra despertó se dio cuenta y le pidió que le devolviera su hijo, pero la otra se negaba diciendo el vivo es el mío y el muerto es el tuyo. Decidieron entonces ir ante Salomón para que mediara el asunto. Las dos alegaban ser la madre del niño vivo y que el muerto era de la otra. Así se acusaban mutuamente. Ante tal situación, el Rey Salomón pidió que le trajeran una espada y pidió que dividieran al niño vivo en 2 mitades, para dar una mitad a cada una. Una de ellas pidió a gritos que no lo hicieran, que lo dieran completo a la otra. Mientras que la otra sí pedía que lo partieran. Así quedó demostrado, quién realmente era la madre del niño. Salomón actuó con mucha sabiduría, él sabía que la verdadera madre no permitiría que lo partieran, ella prefería perderlo como madre a que lo mataran. El amor de una madre es semejante al amor de Dios, sólo desea el bien para sus hijos. Definitivamente, Salomón no iba a permitir que dividieran al niño en dos mitades, sólo era una sabia estrategia.
«Dios dio a Salomón sabiduría y prudencia muy grandes, y anchura de corazón como la arena que está en la orilla del mar. Y era mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los egipcios. Aun fue más sabio que todos los hombres… y fue conocido entre todas las naciones de alrededor» (1 Reyes 4:30 RVR 1960). Si todos los gobernantes de la tierra pidieran sabiduría a Dios para guiar a sus naciones y siguieran los preceptos de la Palabra de Dios, como lo hizo Salomón, de seguro, nuestro mundo iría por rumbos diferentes a lo que vemos en la actualidad.
El libro de los proverbios, escrito por el rey Salomón, despliega ampliamente el tema de la sabiduría, estableciendo que el principio de la sabiduría es el temor de Jehová (Pr. 1:7 RVR 1960). Para adquirir sabiduría es necesario buscar a Dios y tener una vida de comunión con Él, porque Él es la fuente inagotable de sabiduría. Todo lo que creó fue hecho con sabiduría: «Jehová con sabiduría fundó la tierra; afirmó los cielos con inteligencia» (Pr. 3:19 RVR 1960).
Tipos de Sabiduría
En la Palabra de Dios también encontramos que hay dos tipos de sabiduría, la terrenal y la que viene de lo alto. El apóstol Santiago describe las características de cada una: «¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre, pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa. Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía (Stg. 3:13-17 RVR 1960). Seamos sinceros con nosotros mismos y en oración muy íntima, pidamos a Dios que nos ayude a dejar a un lado todas las cosas que se identifican con la sabiduría terrenal, animal y diabólica, y que nos llene de la sabiduría que viene de lo alto y que sólo Él puede dar.
Buscar la sabiduría de Dios tiene beneficios para nuestra vida. Seremos felices y nuestra ganancia será mejor que la ganancia de la plata y del oro. Caminaremos confiados y no tropezaremos. No tendremos temor y dormiremos tranquilos, porque Jehová será nuestra confianza y El velará por nosotros. Permitamos a Dios que nos guíe por el camino de la sabiduría y de la rectitud, y El multiplicará nuestros años de vida y bendecirá todas nuestras posesiones (Pr. 3-4 RVR 1960).
Necesitamos sabiduría para todo lo que hacemos, desde las cosas más pequeñas y sencillas, hasta las más difíciles o complicadas que se nos presenten. Nunca hagamos algo sin pedir la sabiduría y dirección de Dios. Él no tiene limitaciones para dar a todo aquel que le pida. «Porque Jehová da la sabiduría y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia. Él provee de sana sabiduría a los rectos» (Pr. 2:6-7).