El pueblo de Israel enfrentó innumerables batallas para defenderse del ataque de sus enemigos.   Cuando Senaquerib, rey de los asirios, invadió a Judá por segunda vez (2 R. 18:17-37 RVR 1960), sitió varias ciudades, entre ellas Jerusalén, con el fin de conquistarlas.  Entonces, el rey Ezequías ante el peligro inminente, convocó a todos sus príncipes y hombres valientes, para establecer las estrategias de defensa ante el invasor (2 Cr. 32:2-6).    Cerró todas las fuentes de agua, edificó los muros caídos alrededor de la ciudad, levantó torres, hizo muchas espadas y escudos, puso capitanes de guerra sobre el pueblo, los reunió en la plaza de la ciudad y habló a sus corazones, diciéndoles:    «Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, más con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá (2 Crónicas 32:7-8 RVR 1960).

            Estas hermosas palabras del Rey Ezequías, son también para todo creyente, ya que somos el Israel espiritual de Dios y enfrentamos muchas batallas a lo largo de nuestra existencia.  Batallas de enfermedad, batallas económicas, batallas espirituales, batallas familiares, batallas en el trabajo, batallas en el ministerio, batallas sicológicas, batallas de inseguridad o conflictos internos.

            Actualmente, hay mucha incertidumbre por lo que acontece en el mundo, sobre todo en el área económica con el precio exorbitante del combustible y su efecto dominó.  Pero Dios te dice: «Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él» (2 Cr. 32:7).    

No importa el tipo de batalla que tengas en este momento, sólo clama a Dios y confía en Él, como hizo el rey Ezequías y el profeta Isaías, que oraron y clamaron y Dios contestó su oración.    Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo el ejército asirio y su rey se volvió avergonzado a su tierra, donde murió en manos de sus propios hijos (2 Cr. 32:21).  «Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados» (2 Cr. 32:22).

Ten fe, Dios mismo peleará tus batallas y te dará la victoria.  Sólo recuerda que debes hacer lo que hizo el rey Ezequías, haz lo recto delante de los ojos de Jehová, establece las estrategias para enfrentar al enemigo, ora y clama a Dios.

¡Dios peleará tus batallas, Ánimos!